Se acabó el curso

En este rinconcito, donde llegan escasas visitas, quiero dejar mi nostalgia, quiero dejar mi tristeza por el curso que se acaba. Cuando, allá por los setenta y tantos, aún joven maestro, el fin del curso era un disgusto, releía a Freire, Freinet, Dewey, Rousseau... y pensaba que el día más triste para un maestro era el día que daban las vacaciones. Hoy... no es así. Es distinto. Necesito las vacaciones y no puedo sentir tristeza. Pero, cuando, los lunes, subo al tercer piso y lo encuentro vacío, siento nostalgia. De todas y todos. Recuerdo a Iñigo, me cae especialmente bien este chico; a Adrián con su "karma ona", a Iker e Ibai que al principio confundía sus nombres, a ellos no pues son muy diferentes. A Miguel y a Mikel, más de una vez me he metido con Miguel, creo que siempre desde el respeto y el cariño. Da mucho juego Miguel. Unai, rebelde con o sin causa. Inteligente, curioso. Las chicas. Creo que el orden es lo de menos, pero empezaré por Sandra, buena gente, aunque difiera de algunos de mis planteamientos sobre los sentimientos, Olatz: este año ha sido un placer verle venir a diario. A Nahikari y a Nerea, siempre las he tenido en primera fila, hemos podido mirarnos a los ojos y ver un poco más allá de las pupilas. Irati: sólo su corazón es más grande que ella, aunque a veces, creo que por su timidez se manifieste un poco tosca. Lucía: que no le gusta que diga nada de ella en público, pues no lo diré, lo que le tenía que decir, ya se lo dije. Amaia es la fierecilla domada. Dura y tiradilla "p'alante" pero con una sensibilidad mayor que su pronto. Qué decir de Mirane (el primer día cuando leí el nombre de la lista -Miren Ane- ella sólo masculló por lo bajini "Mirane", gran muchacha esta Mirane. Yqué decir de Jone (Morotxita) un volcán de reciente formación, a veces tanta energía no cabe en su fino cuerpo. Garazi siempre agradable y con esa sonrisa que refleja una gran persona. At last but not least Ageda, ese potrillo lleno de vitalidad y afecto que me ha hecho mover más de una vez la cabeza por su incontrolada coquetería. Contad si son dieciocho y está hecho. No no es un soneto con estrambote, son unos alumnos y unas alumnas con los que he compartido experiencias y de las que todos hemos aprendido. Y hemos aprendido tambien a seguir nuestro camino, sin mirar atrás porque el próximo año (curso), aunque no los olvidaré, habrá otros alumnos/as y habrá otros profesores/as, pero ellos/as como los de los otros años (me remonto hasta el 75) serán, al menos para mí, irrepetibles.

Aio.

Fernando